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el fin del mundo..

jueves, 24 de junio de 2010

escuelas interpretativas del apocalipsis

Según Hahn (2001), básicamente existen cinco escuelas interpretativas del contenido del Apocalipsis, a saber:
• Preterista. Subraya el cumplimiento de las profecías del Apocalipsis durante el siglo I.6 Tiende a identificar a los personajes del libro con personajes históricos de la época del siglo I.
• Idealista. Ve al Apocalipsis como una alegoría del combate espiritual entre el bien y el mal que debe tener todo fiel.
• Futurista. Conlleva la identificación de los personajes del Apocalipsis con distintos personajes que han surgido a lo largo de la historia humana, como la identificación de las Bestias del Apocalipsis con Napoleón Bonaparte, Hitler o Stalin, etc.
• Historicista. Sostiene que el Apocalipsis expone el plan maestro de Dios para la historia, de principio a fin, incluyendo la historia particular de la Iglesia.7
• Dispensacionalista. Interpreta que los sucesos narrados en el libro sucederán en un futuro cercano, siendo la bestia del mar un futuro gobierno mundial.
Para Hahn, todas estas escuelas tienen su razón de ser y su parte de veracidad, y aunque dicho autor favorece ante todo la visión preterista, no rechaza del todo ninguna de las otras escuelas.
Según Vanni (1982), desde esta misma perspectiva el mensaje de todo el libro del Apocalipsis puede actualizarse a la época de cualquier creyente cristiano, o más bien de cualquier comunidad de creyentes cristianos (pues todas las citas del libro están siempre dirigidas a un grupo de gente, no a alguien aislado). Y así desde la perspectiva preterista, la Babilonia que podría haber representado para el autor la Roma perdida, una ciudad dominadora, consumista, pagana, podría representar hoy en día un sin número de situaciones particulares similares, pero teniendo cuidado de discernir adecuadamente cuáles son esas situaciones y de no llevar la interpretación al extremo de la identificación (es decir, en una especie de perspectiva futurista pero sin rayar en la identificación, evitando pensar que el Apocalipsis hubiera sido escrito explícitamente para "predecir" los hechos de alguna época y nada más). Por eso dentro del Apocalipsis el libro de los siete sellos no lo interpreta, ni lo puede interpretar o siquiera abrir, cualquiera, sólo el Cordero (Ap 5:1-8), como diciéndole a la comunidad, que siempre el Cordero debe ser su criterio de discernimiento.
Además, se pueden reconocer muchas otras escuelas de interpretación del Apocalipsis, como la visión esotérica y la propia de Iglesias como la Católica, la Ortodoxa oriental, la Anglicana o la Mormona, algunas de las cuales incluyen elementos de las otras escuelas (de las anteriormente citadas y las de otras Iglesias), pero se encuentran bien definidas en sus doctrinas y por eso se diferencian.

comprencion del libro

La lectura del libro del Apocalipsis se puede hacer en varios planos
literal,
simbólico,
por su género literario,
con el contexto histórico en que fue escrito,
por el mensaje de fondo del que habla, entre otros.
es necesario comprender todos estos niveles para entender el libro del Apocalipsis y para evitar interpretarlo solamente desde la perspectiva de actitudes de los movimientos apocalípticos que se centran únicamente en el terror que causaría un supuesto fin del mundo.
Una lectura literal del libro puede dejar distintas impresiones en el lector, pero es importante no quedarse solamente en este nivel, sino profundizar más para una mejor comprensión.

Actualmente hay un enfoque hacia la interpretación de un tema y la metodología que hizo posible dicho texto interpretativo, dicho enfoque implica que cuando un comentarista expone sobre la revelación de Juan, tiene que exponer el criterio y la metodología usada.

El nivel de género literario es muy importante, pues permite ubicar al Apocalipsis dentro del contexto de otros libros (bíblicos y no bíblicos) que con una estructura o simbología similar puedan dar luz para entender lo que el autor del libro en realidad haya querido decir al escribirlo. El Apocalipsis de Juan pertenece de hecho al género Apocalíptico, aunque presenta algunas características que lo diferencian del resto de la literatura apocalíptica.

El nivel histórico permite también ubicar la época del autor, junto con las crisis y sucesos que podrían haber influido en la escritura tanto del libro en general, como de ciertos pasajes particulares.

A nivel simbólico es posible entender también lo que para el autor representarían los numerosos símbolos que aparecen en el libro.
Es importante no olvidar que, en último término, el libro es un escrito cristiano, y que como tal, lleva implícito el mensaje que se encuentra en los Evangelios, centrado en la figura de Jesucristo.
Igualmente, se pueden incluir análisis que contemplen la estructura desde el punto de vista del idioma en que fue escrito el libro (griego.

martes, 22 de junio de 2010

Partidarios y Adversarios de la canonicidad del Apocalipsis

Partidarios de la canonicidad del Apocalipsis
Al final del siglo II el Apocalipsis fue reconocido por los representantes de las iglesias principales como una obra genuina del apóstol Juan. En Asia, Melitón, obispo de Sardes, reconoció el Apocalipsis de Juan y escribió un comentario sobre él (Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, IV, 26).
En la Galia, Ireneo de Lyon creía firmemente en su autoridad divina y apostólica (Adversus Haer.,[3] V, 30).

En África, Tertuliano citó frecuentemente el Apocalipsis sin dudas aparentes sobre su autenticidad (Contra Marción, III, 14, 25).
En Roma, el obispo Hipólito asignó su autoría al apóstol Juan, y el Fragmento Muratoriano lo enumera junto con las otras escrituras canónicas. La Vetus Latina contenía el Apocalipsis.

En Alejandría, Clemente y Orígenes creían sin vacilación en su autoría joánica. Orígenes aceptaba el Apocalipsis como inspirado, y lo catalogaba como parte del Homologoumena. Atanasio, obispo de Alejandría, lo reconoció plenamente en su carta pascual 39 en el año 367.

En occidente, el libro fue definitivamente aceptado por el decreto del papa Dámaso I, en el año 382, confirmado luego en los concilios de Hipona (en el 393) y de Cartago (en el 397), junto con todos los demás escritos del NT. En oriente, fue incluido en el canon después de mucha polémica (que se prolongó hasta el siglo IX) aunque es el único libro del NT que no es leído como parte de la liturgia en la Iglesia Ortodoxa.

Algunos, como el romano Cayo, a principios del siglo III rechazaron el Apocalipsis por fomentar el milenarismo. El antagonista más importante de la autoridad del Apocalipsis fue Dionisio, obispo de Alejandría, discípulo de Orígenes. Él no se oponía a la idea de que Cerinto fuese el autor del Apocalipsis como se puede leer en su obra Sobre las promesas:
"Esta es la doctrina que enseñaba Cerinto: el reino de Cristo será terrenal. Y como amaba el cuerpo y era del todo carnal, imaginaba que iba a encontrar aquellas satisfacciones a las que anhelaba, las del vientre y del bajo vientre, es decir del comer, del beber, del matrimonio: en medio de fiestas, sacrificios e inmolaciones de víctimas sagradas, mediante lo cual intentó hacer más aceptables tales tesis".
Otro discípulo de Orígenes, Eusebio de Cesarea discrepaba de su maestro alejandrino al rechazar el Apocalipsis como no bíblico, aunque se vio obligado a reconocer su casi universal aceptación. Afirmó lo siguiente:

"El Apocalipsis es aceptado por algunos entre los libros canónicos, pero otros lo rechazan." (Historia Eclesiástica, III, 25).
Cirilo de Jerusalén no lo nombró entre los libros canónicos; tampoco aparece en la lista del Sínodo de Laodicea, o en la de Gregorio de Nacianzo. Otro argumento en contra de la paternidad apostólica del libro es su omisión de la versión Peshita, la Vulgata siria en arameo.
En el siglo IV, san Juan Crisóstomo y otros obispos argumentaban contra la inclusión de este libro en el canon del NT, sobre todo debido a las dificultades que planteaba su interpretación y el peligro latente que podía entrañar. Los cristianos de Siria también lo rechazaron debido a que los montanistas se apoyaban mucho en él.

En el siglo IX, fue incluido junto con el Apocalipsis de Pedro entre los libros "discutidos" de la Stichometría de san Nicéforo, patriarca de Constantinopla.
Martín Lutero consideraba que el Apocalipsis "no es ni apostólico ni profético", y decía que "Cristo no se enseña ni se sabe de él aquí".

lista de algunas fechas importantes a tener en cuenta en el contexto histórico de la escritura del Apocalipsis

Década de los años 30: muerte y resurrección para los cristianos de Jesús.

Años 60: probables fechas de las muertes de los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso. Persecución de los cristianos bajo el emperador Nerón.

70 – 73: destrucción por parte de los romanos del templo de Jerusalén, expulsión de los judíos de Jerusalén.
Luego del año 73: los conflictos crecen entre cristianos y judíos.

Para los años 90, en que probablemente fue escrito el Apocalipsis, la separación es casi completa.

81 – 96: Domiciano es emperador de Roma. Impone con fuerza el culto divinizante al emperador. Las persecuciones de cristianos se acrecientan.

historia del libro apocalipsis


El autor se identifica a sí mismo dentro del libro como Juan, discípulo de Jesucristo y en condición de desterrado en la isla de Patmos (en el mar Egeo) por ser testigo de Jesús.La coincidencia de este nombre con el de Juan el Evangelista y el autor de otros escritos del Nuevo Testamento (NT) es en gran parte la razón por la cual se atribuye el libro de manera tradicional al apóstol San Juan (a quien se le atribuyen también el cuarto Evangelio y tres cartas: 1 Juan, 2 Juan y 3 Juan).
Sin embargo en el Apocalipsis, el autor sólo menciona su nombre, sin identificarse nunca con el mismo apóstol Juan de los Evangelios, o que se trate siquiera del mismo autor de los otros escritos atribuidos al apóstol.
De cualquier manera, las investigaciones modernas suelen agrupar los escritos atribuidos a Juan y algunas llegan a afirmar que pertenecen a una comunidad denominada "juanina". Esta postura no indicaría necesariamente la autoría directa del apóstol Juan, pero sí que una comunidad ya sea fundada por él, o fuertemente influenciada por él, sería la que generaría estos documentos. Así, aunque Juan no hubiera escrito de puño y letra el Apocalipsis, sería como si lo hubiera hecho a través de esta comunidad.


Además, asignar como autor de las obras a un personaje de renombre es común en la tradición de la literatura apocalíptica, no para darle un crédito extra pero falso a la obra, sino porque de hecho el autor verdadero se identifica plenamente con el personaje que se marca como autor de la obra.


Históricamente, se sabe que el Apocalipsis fue escrito a finales del siglo I o principios del siglo II (aunque otros historiadores lo ubican en distintas fechas de toda la segunda mitad del siglo I, cuando las persecuciones romanas contra los cristianos se hicieron más cruentas, en tiempos del emperador Domiciano (que fue César del imperio romano a fines del siglo I).
Este, como algunos otros emperadores, exigían ya sea por simple vanidad o como estrategia de coerción a sus súbditos) que sus estatuas fueran adoradas a lo largo de todo el imperio, cosa que los cristianos se negaban a hacer por motivos religiosos: los Césares se autoproclamaban 'Señor de Señores', además de, hijos de Dios', títulos que los cristianos reservan exclusivamente para Jesucristo.
Por ello, el Apocalipsis conllevaría también un trasfondo histórico que haría referencias múltiples a estas persecuciones y a los consejos que el autor daría a sus lectores, cristianos, de mantenerse en la fe para soportar las angustias, poniendo la esperanza final de la nueva Jerusalén como premio seguro para los que fueran firmes.
El Apocalipsis es considerado uno de los libros más controvertidos y difíciles de la Biblia, por la multiplicidad de posibles interpretaciones en los significados de nombres, eventos y símbolos que se narran. La admisión de este texto en el canon bíblico del no fue nada fácil, la polémica entre los Padres de la Iglesia respecto a la canonicidad del Apocalipsis duró varios siglos.